jueves, 19 de mayo de 2011

LA JUDAIZACIÓN DEL CRISTIANISMO 2.

VOL. 2 LA "OLA HEBRAICA" EN EL PROTESTANTISMO HISTÓRICO SUS NUEVAS CORRIENTES JUDAIZANTES EL VATICANO II: TRIUNFO DE LOS ENEMIGOS INTERIORES LA NUEVA IGLESIA JUDEOCATÓLICA. En este segundo volumen, que aparece junto con el III, el autor estudia la profundización del carácter judaico del protestantismo clásico, así como otras nuevas expresiones judaizantes nacidas en su seno, esto es, el adventismo del séptimo día, el pentecostalismo y el influyente dispensacionalismo o milenarismo radical. Pero la mayor parte del texto está dedicada a la nueva Iglesia Postconciliar. Se trata de un verdadero tratado integral de la misma, minuciosamente documentado, que demuestra en forma palmaria la judaización del catolicismo perpetrada desde el ilegal concilio Vaticano II, al que define, con razón, como el triunfo de los enemigos interiores de la Iglesia personificados en Juan XXIII y Pablo VI. Para su correcta intelección, Rivanera Carlés analiza las tendencias precursoras, desde el catolicismo liberal al modernismo. Y traza una línea demarcatoria entre la Iglesia preconciliar antigua y la contemporánea, cuyas serias responsabilidades en la situación actual señala. Para entender la metamorfosis judaizante de la nueva Iglesia, el autor reproduce las antiguas y abandonadas normas eclesiásticas contra el judaísmo, que siguen vigentes y demuestran que el antijudaísmo es expresión de la ortodoxia y que, por el contrario, el filojudaísmo es herético y anticristiano. Seguidamente efectúa el tratamiento de los textos oficiales filojudíos y judaizantes a partir de la declaración Nostra Aetate, acta fundacional del judeocatolicismo. La contundente y pormenorizada refutación deja al descubierto sus falacias argumentales y los objetivos judaicos que los impulsan. Una implacable y rigurosa indagación pone bien en claro que se trata de una nueva Iglesia judeocatólica que usurpa la autoridad y el prestigio de la Iglesia Romana, la que llevó a cabo una burda desfiguración judaica de Cristo y su doctrina, a saber: declara la necesidad de la exégesis rabínica para la comprensión de los Evangelios y la validez de la interpretación judía del Antiguo Testamento (en la que se basó el deicidio); altera de manera aviesa la Tradición; niega la divinidad de Cristo, reemplazado por un judío divinizado; agravia a la Madre de Dios, cuyo Hijo fue muerto por los judíos, con el insólito título de "Hija de Sión"; ha establecido una eclesiología judaizante, i. e., la noción judía de "Pueblo de Dios", la concepción exódica de la "Iglesia Peregrinante" y el sacerdocio de los fíeles; la Misa es ahora un banquete memorial judaico y no la renovación incruenta del sacrificio de la Cruz; y se afirma que al instituir Cristo la Eucaristía se fundó en las bendiciones judías de las comidas y la partición del pan, lo que es una absoluta falsedad ya que ellas recién se introdujeron en los hogares judíos luego de la destrucción del Templo en 70; el sabatarismo dominical desalojó al Domingo cristiano, cuya significación inmemorial posee marcado carácter antijudío. Otro aspecto importante de la teología postconciliar es la denominada "Historia de la salvación" y la consiguiente espera del Mesías, noción judía por antonomasia. En cuanto al ecumenismo, el autor revela su origen judeomasónico, descubriendo, así también, que la Iglesia neojudía no propugna la Paz Cristiana sino la Shalom judía. Una documentación que impresiona y torna estéril cualquier intento de defensa por parte de la Iglesia neojudía.

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