viernes, 20 de mayo de 2011

LA JUDAIZACIÓN DEL CRISTIANISMO 3


VOL. 3 LOS ARTÍFICES DE LA IGLESIA POSTCONCILIAR NEOJUDÍA: EL FILOJUDÍO RONCALLI, EL CONVERSO MONTINI Y SU MUY PROBABLE CON RACIAL WOJTYLA. LA NUEVA TEOLOGÍA JUDEOCATÓLICA LA OBSERVANCIA RITUAL JUDÍA EN LA IGLESIA POSTCONCILIAR LA ETAPA FINAL: "EL CATOLICISMO DE ISRAEL" O NOEÍSMO. El autor concluye aquí el detenido análisis de la nueva Iglesia judeocatólica nacida en el concilio Vaticano II. Demuestra que la escatología judaica ha reemplazado a la católica, que la inmortalidad del alma ya no existe y el reino de Dios será en la tierra, como sostienen los judíos, quienes con ese eufemismo designan el gobierno universal mesiánico. Y precisamente el gobierno mundial suplantó en la Iglesia Postconciliar a la idea de Cristiandad. Así también la democracia -enemiga de la Fe, esclavizadora del pueblo y destructora de la Nación-, condenada en el pasado, es ahora un dogma. En tanto el corporativismo fue abandonado en beneficio del capitalismo y la usura, hoy reivindicada por estos supuestos servidores del pueblo. Paralelamente se aprobó con entusiasmo la alianza con el marxismo ateo, financiado por los banqueros y feroz tirano de los trabajadores. Asimismo, los judíos hasta ayer deicidas, que "no agradan a Dios y están contra todos los hombres" (1 Tes 2,15), especialmente contra los cristianos, se convierten en "nuestros hermanos mayores", etc. Rivanera Carlés señala que los artífices de la Iglesia Postconciliar son el filojudío Roncalli, el converso Montini y su muy probable conracial Wojtyla. Tras analizar la genealogía marrana de Pablo VI y su reiterado uso del joshén que llevó Caifás, el Sumo sacerdote judío que condenó a Cristo, acerca de Juan Pablo II afirma que lo difícil no es probar que es converso sino que no lo es, para lo cual observa que su apellido materno es empleado por los judíos, estudia sus amigos y relaciones, los llamativos actos judaizantes, la inexplicable e íntima amistad con el hebreo Kluger, el papel de ambos en el reconocimiento del Estado de Israel, el estrecho trato con su vocero, el marrano Joaquín Navarro Valls, la gran contribución de Wojtyla al mito del Holocausto, su afición por la literatura rabínica, su insólita exaltación de Maimónides -apologista del deicidio, maldecidor de Cristo y célebre por su odio terrible al cristianismo- que lo llevó al extremo de falsificar un texto suyo para presentarlo como favorable a los cristianos, así como el deslumbra miento por los filósofos judíos Buber, Rosenzweig, Levinas y Edith Stein, fingida conversa y falsa santa. Por otra parte, señala que la filosofía de Wojtyla, la fenomenología, es judía y anticatólica. Y prueba, además, que su anticomunismo no es tal. Según hizo en el anterior volumen, desenmascara la heterodoxia de Ratzinger, cuya dimensión se advierte en la antología sumaria de sus escritos que agrega. Y en dos extensos capítulos efectúa una amplia exposición de la nueva teología judeocatólica, a través de la minuciosa indagación de los textos de sus principales representantes, mostrando que rechaza todos los dogmas católicos al tiempo que adopta posiciones extremadamente judaizantes, que incluyen la filosofía dialógica, el deconstruccionismo, la Cabala cristiana y hasta el hermetismo... del Tarot, promovido por Balthasar, el estrecho amigo de Ratzinger muy admirado por Juan Pablo II. El anteúltimo capítulo saca a luz la observancia ritual judía que ya se cumple en la Iglesia Postconciliar con el visto bueno del Vaticano. Cierra el libro el análisis del noeísmo, etapa final del proceso, cuya doctrina se encuentra apenas encubierta en el Catecismo de la Iglesia Católica y consiste en una especie de judaísmo para gentiles, que desde 1995 se está organizando en todo el mundo y tiene su epicentro en el Instituto Noah de Jerusalén. Su finalidad, expuesta en numerosos escritos, es clara: el "catolicismo de Israel" suplantará al catolicismo de la Iglesia. ¿Fantasía? El 20-11-1991, en igual fecha que surgió el movimiento noéico, el presidente Bush promulgó la Ley Pública 102-4, votada por unanimidad en el Congreso, que declara que los llamados preceptos de Noé, vale decir, una norma talmúdica, constituyen el fundamento del país y de la civilización. Rivanera Carlés culmina así La Judaización del Cristianismo, erudita investigación de más de quince años -hecho inusual en estos tiempos- que ya fue calificada de "obra maestra" al conocerse el volumen primero. Se trata del único tratado integral sobre la Iglesia Postconciliar neojudía que usurpa el nombre y la autoridad de la Iglesia Romana. Una documentación que impresiona y torna estéril cualquier intento de defensa por parte de la misma. El estado en que se encuentra hoy la Iglesia Católica interesa no sólo a sus miembros, sino a todos los hombres preocupados por el destino de la civilización, puesto que su influjo es y ha sido inmenso y, sobre todo en Occidente, gravita sobre nuestras vidas sin que muchas veces lo advirtamos. De ahí que el estudio de su judaización, o sea, del cambio más absoluto de su ser, resulta inesquivable y esencial. Porque ahora ya no es la mayor adversaria del judaísmo sino que, mediante la conjura victoriosa de sus enemigos postconciliares, ha sido transformada en uno de los instrumentos fundamentales de aquél para su hegemonía planetaria.

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